Crear es «responder a un deseo de supervivencia. Es crear para sí. Secundariamente, la creación se transforma en medio de comunicación, que al socializarse convierte el deseo de crear propio en deseo de crear para el otro. Es la expresión de un deseo específicamente humano: el de dejar una huella de su presencia, de su acción, de estar simbólicamente presente en ese rastro aparte de su cuerpo, más allá de su cuerpo y más allá del presente».
Los estudiantes descubren muy pronto que sus gestos pueden dejar huellas: el dedo sobre la arena o el barro, los trazos con lápices (LO PLÁSTICO); los ruidos como afirmación de su presencia por fuera de los límites corporales (LO MUSICAL); los desplazamientos rítmicos asociados a la huella sonora (LO KINESTÉSICO); la modulación de los gritos y los ruidos evolucionando hacia el lenguaje, la expresión hablada comunicando elementos afectivos y emocionales (LO POÉTICO,LO TEATRAL, LO LITERARIO, etc.)
Las artes son intrínsecamente valiosas para la humanidad. En ellas, los símbolos capturan y comunican ideas y sentimientos poderosos.
Las actividades artísticas desarrolladas en la escuela son «especiales» porque involucran el contacto directo e inmediatamente sensorial con el mundo: la textura de la témpera, de la arcilla, el placer de llenar una hoja vacía, la coordinación necesaria para cantar a voces o para cortar con una tijera, la conquista del espacio al pararse de cabeza o recorrer una distancia, la construcción de una escena dramática y la resolución de su conflicto, etc.
Las imágenes, materiales, procesos, sentimientos y percepciones en el arte actúan como matriz en la cual los elementos verbales y no verbales están a mano para la exploración.
Expresarse es desvelarse, hacerse transparente a los ojos de los demás, lo que no siempre es fácil y que, sin embargo, es la condición básica de toda construcción de uno mismo en contacto con los otros.